Cristina Plazas (‘Estoy Vivo’): “Les he pedido a los guionistas que me pongan a hacer zumba”

estoy vivoActriz de vocación inesperada, madre del siglo XXI, y alma libre con un espíritu de crecimiento y aprendizaje incansable, Cristina Plazas se declara ciudadana de todos los sitios y de ninguno al mismo tiempo porque durante toda su vida ha viajado de un lugar a otro por su profesión con la que empezó a caminar desde hace más de 20 años. De Madrid a Canarias. De Canarias a Valencia. Y de Valencia a Barcelona. Quizás a causa de ese vaivén de destinos, se perdió por la ciudad y llegó tarde a nuestro encuentro que tuvo lugar en una cafetería de La Latina. Me apasiona su naturalidad y cercanía nada más conocerla, como si nos hubiéramos visto antes.

Se vuelca con la entrevista a pesar de tener pendientes varios compromisos profesionales y eso me hace ver su gran corazón, el que siempre pone en los personajes que interpreta. Plazas destaca por sus trabajos en televisión en Los hombres de Paco, Vis a Vis y, ahora, con la serie Estoy Vivo con la que ha alcanzado gran popularidad y ha conectado de una forma muy especial con el público.

Estoy Vivo era una serie peligrosa

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Vamos a empezar hablando de sus proyectos más recientes, Estoy Vivo en televisión y Todas las mujeres en el teatro ¿Qué supone para usted participar en estos proyectos?

A nivel personal es un lujo y una suerte porque primero el hecho de tener un personaje como el de Laura en Estoy Vivo que no es protagónico pero tiene mucho peso en la serie implica una dedicación bastante potente. En los últimos seis meses ha sido así. Entonces, hacer teatro simultáneamente es complicado pero Todas las mujeres era el proyecto perfecto porque el protagonista es Fele Martínez y somos cinco mujeres y cada una tenemos una escena aislada de las demás y cada una ensaya de una manera muy relajada con Daniel Veronese y con Maite. Entonces, a nivel profesional ha sido mucha suerte y a nivel personal, curiosamente Fele está en los dos proyectos pero somos dos familias muy diferenciadas. He vivido experiencias más difíciles en otras ocasiones y, en este caso, ha sido un bálsamo de aceite y muy divertido la verdad.

Y, ¿qué tienen de Cristina estos personajes?

Nada, no son personajes súper antagónicos, son mujeres del siglo XXI, pero Laura es una mujer con una cultura limitada, de un barrio de Vallecas con unas aspiraciones personales que de momento son bastantes limitadas. Ella quiere que su familia sea feliz y se deja un poco de espacio a ver si ella también lo consigue. Pero no tiene grandes ambiciones. Y Andrea es una psicóloga que cobra 500 euros la hora. Son muy diferentes. A mí me gusta mucho construir personajes, tienen todo de mí, aparte de mi cuerpo y mi voz que se puede decir que es un tanto por ciento bastante elevado de lo que es un ser humano. Tienen esa parte de alma necesaria para que tengan algo de verdad, que no digo que siempre lo consiga.

La edad te da la seguridad de la solvencia contrastada

Laura tiene de mí mucho menos de lo que parece. Me da la sensación que la gente cree que yo soy muy así y me hace mucha gracia. Yo por ejemplo no cocino. En mi casa cocina mi pareja. Yo hago cuatro cosas. No me verás a mí hacer una tortilla de patata nunca. Luego soy madre también, pero no soy ni muchísimo menos tan invasiva como Laura en el buen sentido porque tengo una vida muy compleja. Martina es muy autónoma, yo confío muchísimo en ella y opino cuando es necesario. A Laura ahora se le están haciendo mayores y me da rabia. Hay una parte de ese personaje que me hace mucha gracia y a veces con Anna Castillo nos reímos mucho porque le digo ¿qué haría tu madre? y me dice ella, esto. La madre de Anna que es profesora se parece más a Laura que yo. Juego a vóley en la cocina con mi hija pero no le ayudo a hacer los deberes ni me meto demasiado en su vida emocional y sentimental y desde luego, nunca le gritaría “venga, a cenar”.

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Estoy Vivo es una serie que mezcla la realidad con tintes de ciencia ficción. Cuando le dan los primeros guiones, ¿cuál fue su reacción?

Bueno si lo pensamos bien es un personaje que hasta que aparece Márquez en esa primera cena y ella empieza a ver en él cosas, atisbos que le recuerdan a Andrés, Laura es un personaje que está bastante ajeno a eso. Bea por ejemplo tiene conexión más rápidamente. Cuando me mandan los primeros guiones y los leo yo lo que veo es un dramón. Digo, madre mía, esta mujer pierde a su marido, tiene dos hijas. Ahora en esta segunda temporada sí. Cada secuencia que coges es de “pero, ¿cómo se hace esto?, ¿cómo miro a alguien diciéndole eres tú en otro cuerpo?, ¿cómo hago yo el salto de hacer creer al espectador que yo me lo creo?” Pero bueno, ahí vamos y realmente es muy divertido. Luego también suceden cosas muy bonitas a nivel de interpretación porque te pones en un lugar que desconoces.

¿Qué cree que tiene Estoy Vivo para que enganche tanto a la gente y esté funcionando tan bien entre el público?

Estoy Vivo era peligrosa. Recuerdo que al principio hablando con Javi, con Alejo decíamos es que esto puede gustar o puede no gustar. Es una serie muy particular. Yo creo que engancha en lo emocional. Estoy Vivo es como un cuento que te están contando para que tengas más esperanza en cosas de la vida, luego lo mezcla con cosas tan reales de conflictos como el alcoholismo de Santos. No somos personajes de cuento. Susana cada vez que habla suelta una brutalidad por la boca y también Márquez tiene mucho carácter. Somos personajes muy potentes a nivel de comunicación, de escritura y guion. Y yo creo que ese contraste es fascinante. Podría ser una película de ciencia ficción pero pasa en Vallecas con personajes en vaqueros.

La gente me para para pedirme una foto pero hay algo de pasión hacia la historia que contamos. Aman a esos personajes, hay una cosa como de conexión emocional. Un día una señora en el autobús me lloró. Me estaba intentando explicar que ella había tenido una depresión muy fuerte porque había muerto su marido. Empezó a ver la serie como entretenimiento y de repente a partir del sexto capítulo de la temporada 1 pensó “y si es verdad que él está”. Se calmó. Me decía no intento a buscar a nadie donde esté mi marido pero es que como si supiera que está. Entiendo que pase eso. De hecho, yo a partir de ahora pensaré eso.

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La gente está pidiendo mucho una tercera temporada de Estoy Vivo, ¿se sabe algo?

Va a haber tercera temporada. Estoy muy contenta porque es un personaje que me gusta mucho interpretar. Quiero que evolucione también por una cuestión social. Me considero activamente feminista, necesito que el mundo cambie por mí, por mi hija pero hay que respetar a los personajes como Laura que no lo son. Laura tiene el feminismo desde otro lado. Ella quiere mucho a su familia, le hemos visto muy potente a la hora de relacionarse y de tener una historia de amor con alguien, que ese alguien le abandone y ella casarse con otro y tomar decisiones. Pero yo sí que les he pedido a los guionistas sacar a Laura de su casa porque no es creíble que esta mujer se pase el día en casa con dos hijas, una inspectora de policía y la otra tan mayor ¿Qué hago yo durante todo el día? Ponedme a hacer zumba. Yo tengo varias ideas muy divertidas. Que me hagan estudiar un idioma que no conozca, por ejemplo, inglés que yo hablo fatal inglés. Les he dicho aprovechad ahora porque esto va a ser gag seguro. Cada cosa que yo diga en ingles será un punto de subida de audiencia.

Eres madrileña de origen pero a los 21 años te vas a Valencia ¿Por qué decides irte a Valencia para empezar su carrera profesional?

Elijo Valencia porque mi primera incursión profesional en el mundo teatral fue en Madrid con una compañía valenciana que era Moma Teatre capitaneada por Carles Alfaro con quien vuelvo a trabajar ahora. Yo me voy a Valencia a hacer un curso y me enamoro de ese proyecto. No sabía hablar valenciano pero aprendí. Y me quedé 14 años, hice muchas cosas en valenciano, hice tele, hice cine. Ahora lo pienso de lejos y digo que milagro, como pasó todo eso pero sucedió. Y cuando llevaba 14 años en Valencia y estaba haciendo Los Hombres de Paco, venía mucho a Madrid y me estaba planteando ya un cambio porque también pasaron cosas, crisis en Valencia y no había tanto curro. Yo me considero valenciana, me formé allí y estoy súper feliz de esa etapa. De ahí me fui a Barcelona donde gracias a haber aprendido valenciano, me dan una opción de hacer una obra de teatro allí y luego me enamoro del padre de mi hija y otros 14 años que llevo allí. Total, que no he vivido en Madrid en la vida.

Cuando le dices a sus padres que quiere dedicarse a la interpretación, ¿cómo se lo toman?

Yo fui muy lista. En mi época no existía esto de que la gente viviera en casa hasta los 30. Con Eva Isanta que es una de las actrices de La que se avecina, que es un par de años más joven que yo, cogimos un piso en Lavapiés. Yo tenía 18, ella tendría 17 y no pasamos hambre pero frío todo el del mundo. Entonces, me desvinculé económicamente de mis padres sin decirles concretamente qué quería hacer y luego me sentí muy libre de hacer lo que me diera la gana. He tenido diferentes trabajos, por suerte para mí no durante mucho tiempo. En Madrid he trabajado en una discoteca en la carretera de Barcelona durante un montón de tiempo y cuando llego a Valencia trabajo en una cosa de telefonía. Y luego tuve mucha suerte, enseguida empecé a trabajar como actriz y desde entonces, solo he trabajado como actriz.

¿Cómo es un día normal en la vida de Cristina Plazas? ¿Qué es lo primero que haces nada más levantarte?

Depende donde esté. Si estoy en Madrid que normalmente estoy sola pues depende si grabo, si tengo función, si tengo una entrevista contigo. Mis días nunca se parecen. Ahora estoy intentando cuidarme un poco, ir al gimnasio porque dejé de fumar y eso es muy tremendo. Estoy en ello pero muy tranquilamente. Anoche tenía un bolo. A toda la compañía nos encanta comer y siempre terminamos a las mil después de habernos comido todo. Mi día a día es muy normal. Cuando estoy en Barcelona si no estoy trabajando, me levanto, mi hija se va al cole pero es que tampoco te sé explicar porque de verdad ningún día se parece a ninguno. También hago aceite de oliva que es una locura bastante gorda que me ocupa mucho tiempo de pensar con Oscar, mi pareja. Estamos los dos con esa historia, entonces hay que pensar muchísimas cosas, cómo queremos la botella, la etiqueta, cuándo vamos a La Vera que es donde tenemos el terreno a 800 kilómetros de casa. Yo vivo en el presente, planifico muy poco.

¿Qué recuerdos tiene de sus primeros proyectos en cine, teatro y televisión?

Tenía mucho miedo y mucha inseguridad. Hay una frase que vuela por ahí que dicen que decía Michelle Pheiffer que era “Ahora con este trabajo se van a dar cuenta de que soy un fiasco”. Siempre piensas se van a dar cuenta de que no porque no puede ser que me esté pasando. Ahora ya como dice Lola Casamayor (estamos juntas en la función), la edad te da la seguridad de la solvencia contrastada. Tú dices yo no digo que sea la mejor pero mala no debo ser, si no no llevaría tantos años y tantos personajes pero tampoco hay que creerse cuando te dicen es que eres súper buena. El otro día me paró una señora y me dijo eres la mejor actriz del mundo. Es muy halagador y muy bonito pero sabes que eso no debe ser así porque si fuera así no pasarías por momentos que tienes que hacer cosas que no te apetecen y por luchas complicadas por según qué condiciones en las que trabajas. Estoy muy conforme con mi devenir pero lo que más agradezco es que he ganado en seguridad.

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¿Cómo era esa niña que soñaba con ser actriz?

Es que yo no soñaba con ser actriz. Yo soñaba con ser escritora desde muy pequeña. Yo viví en Canarias hasta los 11 años. Yo no quería ser actriz. Creo que mi familia flipó cuando yo empecé con esto de la interpretación. Me encantaba leer y me encanta pero ahora leo menos que leía. Me encantaba leer de una manera muy compulsiva. Hay anécdotas tan graciosas como que jugábamos al escondite en unos callejones por Canarias por la calle Piqueta y a mí nunca me encontraban porque me iba a la biblioteca. Y luego mis primos y mis hermanos me pegaban. Mi madre dice que a mí me podían dejar con cuentos, tebeos, libros desde los cinco años y yo me quedaba ahí. Para mí siempre ha sido un placer muy grande.

¿En algún momento has pensado en escribir una novela?

Escribí una novela, muy mala, me imagino, porque lo más triste es que no sé dónde está. Una obra de teatro también. Y es una cosa que no descarto porque yo tengo necesidad de escribir, lo que pasa que en eso soy tan crítica que no sé si será fácil. A lo mejor lo haría cuando no tenga trabajo de actriz porque exige mucha concentración y una dinámica que ahora mismo no puedo tener.

Uno de los papeles que le dio a conocer al gran público fue el de Marina Salgado en Los hombres de Paco, ¿qué recuerda de esa época?

Me lo pasé tan bien. Yo tuve muchísima suerte porque además ese papel no era para mí, era para otra actriz, muy buena actriz que dijo que no. Yo tenía una trama muy concreta con Lucas Fernández, que era Hugo Silva pero algo debió pasar bonito que acabé casada con Pepón y me lo pasé muy bien.

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También fue directora de Vis a vis que casualmente está emitiendo su cuarta temporada en FOX, ¿qué supuso para ti participar en una serie que marcó un antes y un después en la ficción española por la forma de hacer televisión?

Soy súper fan de Vis a Vis. Recuerdo que cuando me llegaron los dos primeros capítulos de la primera temporada, me metí en la cocina y le dije a Oscar que es mi pareja y también es actor, es flipante. Esto es otra manera de enfrentar los guiones, el tempo de las secuencias, eso ya se olía. Y luego ya cuando llegué y me encontré con ese plantel, era un lujazo. No me dolió mucho salir porque por suerte llegó Estoy Vivo.

¿Qué te hace enfrentarte a cada nuevo proyecto con las mismas ganas e ilusión que el primer día?

Voy a ser un poquito prosaica porque yo me ilusiono mucho en el trabajo pero es mi oficio también y me ilusiona pensar que puedo seguir ejerciéndolo, pero a veces esto asusta. Pierdes el curro con mi edad, yo tengo 49 años y pienso yo no sé hacer nada más ahora mismo ¿Qué hago? Aceite de oliva, sí, pero claro de eso no viviría. Entonces, a mí, cada proyecto me apasiona. Ahora estoy con unas ganas tremendas de empezar esto nuevo con todo el miedo y con todo. Eso me motiva mucho pero también te confieso que me motiva tener trabajo, estar en activo. Es muy divertido este oficio. Siempre estás con gente, nada es monótono. Ya mi vida no es nada previsible. Por mucho que te quieras aburrir en un rodaje, siempre pasan cosas.

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¿Eres de esas actrices que una vez sale del set de rodaje se olvida del personaje o te cuesta desprenderte de esa energía y te lo lleva a casa?

Creo que ahora lo dejo aunque según mi hija a veces me lo llevo a casa. Me dice estás en modo Laura. Un poco siempre arrastras porque te pasas muchas horas con los personajes encima, no de manera psicologista. Uno tiene que tener una vida plena para poderlo dar todo porque si no es agotador.

¿Te arrepientes de algo que hayas hecho en su carrera?

Yo he hecho cosas que ojalá no las hubiera hecho. No las voy a decir por respeto, más que a directores, a proyectos y a teatros, a mis compañeros. Todos los trabajos los he hecho con la misma fe, con la misma pasión, con la misma entrega pero hay algunos en los que todo fluye como en el caso de Todas las mujeres y Estoy Vivo y otros que es darte cabezazos contra un mal proyecto. Yo lo paso fatal cuando eso sucede. Antes de empezar un trabajo he dejado cosas cuando he visto que iba a sufrir. Es complicado cuando te enfrentas a proyectos que parecían una cosa y son otra, es muy triste.

De todos los proyectos en los que has participado, ¿cuáles son los que recuerdas con más cariño y cuáles los que han supuesto un mayor reto?

Reto creo que todos por igual porque ya una vez que lo haces dices, pues no era tan difícil pero todos me retan. Recuerdo con más cariño mis primeros trabajos en Moma pero realmente tengo muchos, me lo he pasado muy bien. Hace poco hice una peli en Valencia, una película muy pequeña que me lo pasé tan bien que yo creo que esa experiencia la voy a tener para siempre. Y quizás el que más Fuenteovejuna, cuando lo hicimos en el Teatre Nacional de Cataluña porque me dieron un premio Mihura que es un premio muy importante, porque me enamoré, porque tuve a mi hija, porque ese montaje englobaba muchas cosas personales.

¿Cómo ves la situación de la mujer en tu profesión?

La situación de la mujer es tremenda, horrible, desesperante. En nuestra profesión hay como un micromundo. En el mundo de la interpretación, lo más importante es que somos gente, no aislados de los demás, pero por ejemplo con la tolerancia a la diversidad sexual estamos muy adelantados a lo que está sucediendo ahora. Con el tema de las mujeres es verdad que es más difícil encontrar papeles femeninos. Todavía hay muchísimo que luchar. Es tan difícil llegar y estar. Es muy complicado.

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¿En algún momento te has sentido infravalorada por el hecho de ser mujer?

No, pero he visto como se infravalora a las mujeres de nuestra profesión. He visto lo que cuesta llegar a ser directora aunque creo que con los años y dependiendo de quién sea lo consiguen. A mí me sorprende haber conocido a poquísimas mujeres que hagan sonido, no hay. Y a veces oyes cosas muy heavies. Tienes que tener mucho carácter, en todos los oficios pero en este más todavía. Es que es un oficio muy de hombres. Estamos rodeadas de testosterona. De repente dices que pocas mujeres. Pero creo que estamos yendo por buen camino. Algún día lo conseguiremos. Hay que seguir dando el coñazo en el sentido más bonito de la palabra coñazo. Si nos llaman feminazis, pues decir que no lo somos. Cuando alguien quiera vapulear un movimiento como este desde el punto de vista más ridículo, cuando preguntan por qué, ya tenemos un problema. Si tú no te preguntas por qué hay cien muertas al año, yo no te lo voy a explicar.

¿Qué futuro te gustaría para la generación que viene?

Mira ahora te vas a reír. Yo no sigo Operación Triunfo pero me encanta lo que mueve, sobre todo en estas dos últimas ediciones, lo que me cuentan que sucede es que la gente que entra en Operación Triunfo está muchísimo más formada en todos los ámbitos, no solo a nivel musical. Esa solidaridad, empatía, tolerancia, hace visible otra manera de ser y eso me fascina. Espero sinceramente que exista el día en que esto no suceda, que podamos ser libres sin tener que estar defendiéndonos continuamente. Creo que la generación del futuro es una generación de la tolerancia y el respeto. Suena tan carca y es tan real.

 

 

 

La Voz Cultural ha entrevistado en exclusiva a Cristina Plazas con la que ha podido hablar de sus últimos proyectos, de la tercera temporada de Estoy Vivo, sus inicios en la interpretación, su opinión acerca de la situación de la mujer en la profesión y mucho más.

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