Paquita Salas ha vuelto a lo grande, disparando emociones y superando batallas. Siempre es un regalo reencontrarnos con ella en la pantalla. La tercera temporada de Paquita es la mejor hasta la fecha. Los seis capítulos que forman esta nueva entrega se ven en un suspiro y te dejan con ganas de más. Los Javis dan un paso más allá y aciertan con un ejercicio de ingenio y empatía que ya parece insuperable. Cada episodio es una joya de la televisión actual, en el que es muy fácil pasar de la risa al llanto. El juego de comedia y drama funciona a la perfección.
Los dos primeros episodios son muy emocionales. Creo que es un acierto que se empiece de esa forma para luego dar paso a ese toque de comedia tan necesario y característico en sus creaciones. Al igual que pasaba en la primera temporada producida por Flooxer, el primer capítulo empieza con Macarena García como protagonista. Cómo echábamos de menos disfrutar del talento de una actriz que juega con infinidad de matices, que te mira a los ojos y desprende verdad en cada secuencia. Muchas de las cosas que se cuentan en el capítulo son muy cercanas a la realidad. La inseguridad de Maca (es algo que incluso ella misma ha asegurado en entrevistas) o la cerámica, un hobbie que le hace muy feliz, nos acercan a una actriz que sufre como cualquiera de nosotros. Esa humanidad se descubre en Cadillac solitario. Los Javis hacen su particular homenaje a una mujer muy importante en sus vidas que derrocha ternura y talento cada vez que se pone frente a la cámara.
Paquita Salas nos deja un sinfín de frases inolvidables como viene siendo habitual. Las líneas de guión que encontramos en esta tercera temporada son brillantes. Los Javis se superan en cada capítulo y demuestran que su creatividad no tiene límites. Dicen que quien trabaja con ellos no quiere irse de su lado. El ambiente que crean en el rodaje, el cariño y el respeto que demuestran a sus actores les convierten en el mejor ejemplo de trabajo. Es precisamente por ese poder por los que todo el mundo quiere participar en sus serie.
La visibilidad de las personas trans a través de la reivindicación de sus derechos o los linchamientos mediáticos que se producen a través de las redes sociales son algunos de los retos que se han planteado Javier Ambrossi y Javier Calvo en la tercera temporada de Paquita Salas. La lucha por la identidad, el renacer personal, el arrepentimiento se hacen presentes en un discurso metaficcional cargado de humanidad y corazón. Paquita Salas deja una lección muy importante, la de permitirte pedir perdón. El poder del arrepentimiento como forma de avanzar en la vida. “Me he equivocado pero quiero seguir luchando” en un personaje, el de Ana Allen, al que mucha gente ha juzgado sin conocer cómo se siente. Los Javis le han dado voz en esta temporada a una Ana Allen que sentía la necesidad de hablar para pedir una segunda oportunidad en un último episodio que se convierte en el mejor broche de oro a una temporada sorprendente y memorable. Una reflexión de cómo somos y como nos comportamos con los demás.
Los Javis hacen brillar a cada personaje de una forma única en un estilo y un tono que se mantienen muy equilibrados a lo largo de todos los capítulos. Es imposible no sentir sus historias como propias. El público se siente muy reflejado en las ganas de luchar y reinventarse de Paquita, en la inseguridad de una Macarena que no se permite disfrutar de su trabajo, en una Belén de Lucas a la que le cueste creer en su talento, en las críticas que solo buscan hacer daño y que te pueden afectar si no sabes dominar la situación, en las batallas perdidas y esas situaciones que tan presentes están en nuestra vida. Los Javis conectan con el sentir de toda una sociedad que se ve reflejada en una Paquita que desprende verdad. Una tercera temporada con un salto asombroso de calidad y madurez. Cada capítulo es un chute de vida y energía que inspira, sana y reconforta.
Amaia presta su voz a uno de los episodios al ritmo de una jota que desde las primeras notas hace encoger el corazón. Si todavía no habías llegado a la lágrima, llega Amaia para romperte de emoción. Solo pido que cuenten más con el talento de la pamplonica porque es otra de las joyas de esta temporada. En general, la banda sonora es todo un acierto que conecta con la trama a la perfección. La elección del reparto es de un valor incalculable. Brays Efe está inconmensurable. A veces incluso se nos olvida que este detrás de este personaje por la verdad y la interpretación tan cercana que nos regala. Belén Cuesta siempre nos gana. Pasa de la comedia al drama con una facilidad sorprendente. Es mágica e imprevisible, siempre con algo fascinante que enseñar al público. Hay que decir que no superamos ver a Magüi en su noche de borrachera incontrolada. Claudia Traisac te desarma con su mirada y nos acerca al mundo interior que se descubre a través de su personaje, la sencillez de Anna Castillo que lo hace todo tan fácil y que nunca decepciona, el descubrimiento de Terelu como Bárbara Valiente y un sinfín de cameos que no tienen desperdicio.
Necesitamos a Paquita cerca toda la vida