Hay señales que te indican la dirección correcta como esa flecha en medio de una carretera vacía que atraviesa una flor alta que encumbra todo lo andado. Olores que huelen a casa, a infancia, a vida liberada. Sonidos que evocan recuerdos. Como un viaje a Elche, nostálgico, desgarrador y luminoso. Con la música ocurre lo mismo. Una hoja en blanco te pide desnudez y desahogo y luego todo fluye. Es lo que encontramos en La pequeña semilla, el segundo disco de Alba Reche enfundado desde las raíces. Un título que funciona a modo de metáfora porque la ilicitana sigue sintiéndose pequeña, pero con la evolución que te dan la experiencia y el paso de los años.
En base a un espíritu creativo que necesitaba seguir creciendo y explorando nuevos terrenos, la artista abandera un sentimiento y verdad tan puros como eclécticos, renovadores pero con un eco muy diferenciador. Voz rota y adictiva que planta una semilla de lo más personal después de debutar con Quimera, álbum construido en un original firmamento que apela a la mitología griega.
La pequeña semilla, tema a tema
La culpa es el tema que abre el disco. Un mensaje con el que muchos pueden sentirse identificados: la dependencia emocional en una relación tóxica. Es una rotura con esa persona que no ha sabido quererte. Aquí nos encontramos con la necesidad de un abrazo sano y el reconocimiento de un amor propio que sale a florecer. “La culpa es mía que no quise darme cuenta de que no sabes querer“, dice la canción. Alba Reche nos muestra la herida y la comparte porque es la forma de cerrar lo que duele. Entre arpegios de guitarra y tintes electrónicos se asienta un tema imponente y sanador.
Pido tregua es un tema que ya conocíamos y que cuenta con uno de los videoclips más desgarradores de este álbum. Alba Reche representa a su propio ying y yang, donde vemos a ese angelito bueno y a ese malo que quiere hacerte caer. Con la ayuda de la producción de Çantamarta aporta una premisa narrativa que da sentido a todo el álbum en clave de un house potente y revelador.
Los cuerpos es la primera colaboración que encontramos en La pequeña semilla. Alba Reche se une con Fuel Fandango en un tema que fácilmente te transporta a otra realidad donde hay que huir para respirar. Su sonido magnético nos coloca en un nuevo lugar como si cayéramos en un profundo estado de hipnosis que libera el alma de agobios, presión y críticas sin fundamento. Es la canción de la celebración que nos recuerda a las sensaciones que también provoca La posada.
La pequeña semilla es una carta abierta a sus raíces atendiendo y tendiendo puentes que siempre estuvieron adentro queriendo salir. Agrieta emociones y sigue diseñando su huella musical con un repertorio variado, de experimentación y honestidad que encuentra un hueco más que merecido en la industria. Siempre fiel a su estilo.
Escúchala. Balada intimista con una producción a ritmo de vals, muy potente y trabajada a base de la guitarra acústica que es obra de Çantamarta. La voz de Alba Reche funciona como un susurro corto, pausado y profundo. Unido a la de Luis Ángel se funde una historia que suena a despedida y melancolía. “Adiós, amor”, dice al acabar. Y duele, sí. No se puede evitar.
Arte liberado y genuino
La dignidad fue para ella la más complicada de componer. Enseguida nos sumergimos en el tarareo de Alba y una de las letras más personales. “Quiero envejecer con dignidad, que me escuchen al cantar“, dice haciendo alusión a un futuro, donde quiere que la música corone su horizonte. Aparece un ruego: que la quieran lejos. Una historia donde la sencillez se abre paso, sin olvidarse de sus orígenes.
Flor alta. Es la gran locura creativa del álbum, una joyita que marca un antes y un después en la construcción sonora de Alba Reche. Atractiva por ese corte funk, un cambio de ritmo, que en la letra incluye partes de valenciano (algo muy aclamado por sus fans). Una de las mas especiales donde encontramos refugio y celebración de las raíces. “La inmensidad se vuelve pequeña“. En esa pequeña inmensidad, Alba empezó a sentirse dueña de sus propias decisiones, plantando y cuidando sus semillas, guiándose por lo que le pide el corazón. Entre Elche y Madrid, todo empezaba a cobrar sentido.
A continuación, nos ahogamos con nuestras propias lágrimas con El desarme, una balada que emociona desde las primeras estrofas. No existe rencor en este tema donde Alba Reche le pide a la otra persona que no se vaya de su lado. La guitarra y el piano toman fuerza en cada golpe de sensibilidad, donde Alba Reche pone sobre la mesa su arte genuino como compositora. “Consuelo, tu llanto en mi pecho, gritamos a la pared, suplicando un eco“, reza la canción.
Que bailen es la última colaboración y la que constituye el cierre del disco. Alba Reche une su coraje musical con el espíritu luchador de la artista chilena, Cami que se ha convertido en himno, un canto desgarrador lleno de lecturas políticas y un abrazo sincero al pueblo latinoamericano. Un grito de auxilio hacia las injusticias sociales que inundan nuestro día a día.
La pequeña semilla es un nuevo florecer para Alba Reche, que consolida una trayectoria que apunta alto. 8 canciones en un disco formato EP que se hace corto pero muy intenso por el poso que deja después de la primera escucha y que va creciendo en una segunda, una tercera..
Sensibilidad, diversidad y calidad musical que deja huella.