Una experiencia que nos acerca a través del despertar gastronómico y un inigualable despliegue artístico a la cultura mexicana y española y supone un reencuentro con las raíces
Era jueves y nuestros sentidos ya comenzaban a aclimatarse con el Imperio Azteca en un carpa blanca situada en el Recinto Ferial de IFEMA que acoge este impresionante proyecto. A nuestro paso , unos vistosos jardines climatizados con un food truck eran el preámbulo perfecto para vivir el inicio de la aventura Malinche. Tacos y cervezas para celebrar un fenómeno histórico que sería el punto de partida para la narración del musical: el mestizaje y el valor de la indígena que abrió las puertas de México a Cortés. Una vez que entramos en el espacio nos encontramos de frente con una figura que sobresale, la de esta mujer nacida en Veracruz, conocida también con el nombre de Marinalli o Doña Marina, ya convertida en leyenda que ejerció de intérprete entre las poblaciones indias.
Enseguida conocemos de primera mano la explosión que deja en el ambiente y el paladar el Templo Canalla. Recorremos las estancias bajo el acompañamiento en directo de una joven que en ese momento canta la conocida cumbia La Suavecita. Durante el entreacto además pudimos disfrutar de un margarita, una selección de quesos artesanos que estaban deliciosos, Nachos Cano con salsa cremosa de queso, Tajín, salsa de tomatillo verde y pico de gallo con un sabor muy mexicano y jamón de bellota con almendras fritas, un plato muy español que no podía faltar. Sin duda, fue el aperitivo perfecto para confirmar que la gastronomía es otro de los puntos fuertes de esta experiencia Malinche que fusiona perfectamente con la propuesta musical.
El carácter sagrado de México se une a la cultura española. Un encuentro emotivo que viaja por la historia con el joven y virtuoso Moctezuma como rey del sol que vio la grandeza y decadencia de Tenochtitlán. Y la luna, que de forma incipiente quiere asomarse a un imperio que necesita crecer, mientras conserva sus raíces. Todo gira en torno a una historia de amor entre dos mundos, la de Malinche y Hernán Cortés que cambió el horizonte histórico y supuso el nacimiento del mestizaje. De su pasión y conexión nació Martín, su hijo en común, el primer niño mestizo de la historia.
Lo hace desde un punto de vista empático y nada simplista, sin rencores, con una gran sensibilidad artística y muy cuidada en la que todo está pensado al detalle. Desde el vibrante taconeo de la bailaora Olga Llorente que te emociona como el talento vocal de Dani Rosado o la dulzura de Ainhoa Maho, la inocencia de Orteguilla y el humor y carácter desenfadado del sacerdote Olmedo bajo el carisma de José Ignacio Galán, más conocido en su alter ego como Nacha la Macha. También destacar el infinito talento de los más benjamines que nos sorprendieron con su interpretación, entre ellos Lucia Torres.
Es uno de los musicales más brillante a nivel de escenografía con elementos de gran complejidad como una en la que se sumergen en un lago. Es obra de uno de los de los talleres de más prestigio (Molla y Estudio Arte Herrador) bajo la dirección y supervisión de Hansel Cereza, uno de los mayores expertos a nivel mundial en vuelos acrobáticos y artes escénicas.
Más allá de un musical: una experiencia cautivadora
Se trata de un espectáculo que toma como punto de partida la unión de dos países con una selección musical creada originalmente por el Nacho Cano que contiene un cóctel explosivo con números de baile muy potentes y una propuesta gastronómica de primer nivel que es posible gracias a LifeGourmet Catering. El mejor talento se da cita en este musical que ha sido seleccionado a través de un casting que es mezcla de muchos estilos musicales, entre los que se encuentran el hip hop, dance y flamenco y la presencia de diferentes estéticas, razas y danzas. El interés del publico sigue latente durante la representación y no es para menos. Las canciones son otro de los puntos fuertes de Malinche, contienen el sello artístico inconfundible del compositor de Mecano. “Usada y vendida, por nadie querida”, dice la letra de Hijos de la guerra, una de las que más emocionan en directo al igual que sucede con Destino México Mágico que es la que mejor define la historia y el mensaje del musical.
Malinche está dispuesto a eliminar complejos entre dos países de donde surgió el amor y que se dieron la mano para ofrecer su mejor versión. Lo percibimos en esta bonita historia pero también en la perfecta ejecución artística que disfrutamos desde el primer acto. Un despliegue de medios técnicos y un atrezzo que nos traslada a España, mientras que navegamos con el reparto para visitar a los aztecas.
Un gran proyecto trabajado con mucha ambición en el que desde su creación, con la ilusión de Nacho Cano por materializar este musical sobre un escenario, se le cerraron muchas puertas. Pero los Dioses de arriba que se agitaban por las inmensidades se alinearon y por fin podemos disfrutarlo en Madrid. Una larga espera que ha durado 12 años hasta que se ha podido estrenar por todo lo alto a base de un gran dosis de esfuerzo, solidez y mucha fe.
Una carpa blanca corona el exterior de esta propuesta que incluye una oferta gastronómica muy atractiva donde podrás probar los platos mexicanos más típicos, acompañado de música en directo y un dj que amenizará la velada tras el musical ¿Cómo lo estáis pasando? Hay que decir chingón. Y así lo repetían los asistentes al unísono mientras no dejaban de mover sus piernas y su energía se dispersaba en el espacio de ocio denominado Templo Canalla. Más que un musical, una experiencia inolvidable que te emocionará, de la que aprenderás y reconocerás su inmenso valor.