El cantante canario regaló a sus seguidores un concierto en streaming que dejó ver su verdadero brillo y su mejor baza: una voz desgarradora encumbrada en una delicada verdad
Creo que la libertad es un término que define perfectamente el directo al que Agoney nos invitó ayer. Una palabra que está muy presente en su propuesta artística y en su entrega creativa. Libertad. Su disco tiene mucho de eso. De ahí su nombre. Gracias a esa libertad, es capaz de compartir sus historias más profundas, confesar sus caídas y dejar ver su lado más sensible como ocurrió anoche y como siempre ocurre cuando la verdad sale a flote y el trabajo conjunto de todo su equipo convierte esta cita en una experiencia única: Libertad: Un viaje íntimo.
El sonido de las olas del mar y el susurro casi imperceptible de Agoney son el preámbulo de un viaje de lo más especial. Empieza la cuenta atrás. Los últimos pasajeros están a punto de embarcar y entonces empezamos a ver una sucesión de imágenes. La banda se ha dejado la piel en los ensayos en una nueva apuesta para un directo que no podía atrasarse más.
El niño de ayer salió a volar. Escuchamos Volver a ser que es el arranque de este viaje íntimo con una cuidada puesta en escena donde no falta ningún detalle. Sentimos el brillo de sus falsetes en un ambiente de luces azules y telas blancas que produce la sensación de estar en una experiencia inmersiva de primer nivel. Conmovedora, cercana y generosa como ninguna otra.
Todo es diferente porque no hay aplausos ni bises. Solo una pantalla que separa físicamente (y une con más fuerza si cabe) pero que no es capaz de derribar lágrimas ni contener emociones, que en esta ocasión estuvieron más presentes que nunca. Entra en acción Garci con el piano y un Agoney siempre virtuoso con su voz que hace gala de una excelente técnica vocal, siendo capaz de pasar del falsete más difícil a un débil susurro que nos eriza la piel. Escuchamos Libertad y nos dice “esta es mi verdad”. Y lo cierto es que la queremos escuchar siempre porque ¡vaya viaje!
“Esto se me hace un poco raro pero qué bonito volver a reunirnos después de tanto tiempo”. Por primera vez se dirige al público que desde sus casas viven este viaje emocional y agradece al pianista que haya comprendido la intención de sus canciones. Sin duda, todo un acierto haber elegido este instrumento para acompañar en un concierto que por las circunstancias pedía a gritos un acústico, alejado de artificios que sí hubieran tenido sentido en un directo presencial pero no aquí.
También hubo tiempo para esas covers que a lo largo de su vida han dejado huella y que adaptó de una manera única. Es el momento de escuchar Como la flor de Selena, un tema que su madre siempre ponía en su casa y que está íntimamente relacionado con su infancia. Elegante y sensible, Agoney, con su música se lleva nuestro corazón. El joven acerca el micrófono para que la gente pueda cantar aunque él no pueda escuchar. Lo mismo ocurrió con La gata bajo la lluvia de Rocío Dúrcal que cantó con una gran delicadeza.
Llega el francés y el alma se descompone. Es el turno para Je suis venu te dire, la canción que el canario interpretó en una de las galas de Operación Triunfo y que de forma inevitable nos hace sentir nostalgia y una gran emoción. “Maltrato sentimental”, escriben en el chat donde los seguidores comparten sus impresiones en tiempo real.
Es un directo en el que encontramos pausa y confesión cuando entre canción y canción explica el por qué de cada una de ellas y el momento en el que estaba cuando las compuso. Eso nos hizo que los sentimientos se multiplicaran, pasando por distintas fases. Agoney anuncia que el siguiente tema fue muy terapéutico para él. “Recurrí al alcohol. Me fui a dar un baño y casi me ahogo”. Una amiga le salvó. Y desde ese punto nace Soy fuego, una canción desgarradora que rompe en los altos y que con el piano suena poderosa y excelsa. Parece que Agoney y el pianista sean uno, están conectados al máximo, donde ambos juegan con sus matices y hacen brillar sus mejores virtudes. Magia.
Dando buena muestra de su versatilidad, cambia de estilo y entra en acción el autotune con su interpretación de Edén desde un sonido más urbano que se disfruta muchísimo. Y esos agudos convertidos en pequeñas caricias para los sentidos. Otra de las versiones que canta es Believe de Cher donde vuelve a aprovechar el autotune para darle un nuevo aire más épico. Cuando sube, la emoción viaja a otro nivel. Agoney hace una cada una de las canciones a la vez que enamora con un repertorio propio donde brillar en cada lugar (diferente cada vez) en el que asienta su voz.
“Llegué a la escuela de música y estaba realmente emocionado aunque no sabía lo que decía”. Habla de una canción en francés que le tocó muy dentro, lo mismo que le ocurrió a sus fans cuando él decidió cantarla en directo. Por eso, tiene sentido que forme parte de la setlist. Se trata de SOS d’un terrein en détresse.
Uno de los momentos más especiales de la noche llegaba cuando anunciaba que iba a ser tío y dedicaba unas bonitas palabras a su hermana Glenda. “Desde que mami se fue, tú has ocupado su lugar”, confesaba el canario y después de esto asomó una lágrima. Creo que no fui la única. Se escucha I will always love you de Whitney Houston. El vuelo parecía llevarnos a otra dimensión. Los últimos verso se unieron con Más, una canción que para Agoney funciona como autoterapia. Fue sorprendente ver cómo era capaz de controlar la emoción cuando ni los que estábamos al otro lado ya podíamos. Las últimas fueron Black, con la que hizo el primer cambio de vestuario y Quizás, el tema con el que concierto llegaba a su fin, donde empezó un sueño y empezó a rozar la tan ansiada libertad, mientras intentaba ahogar a sus monstruos y cerrar etapas.
“Un quizás que daba vueltas” y que ahora no envuelve dudas, solo un merecido reconocimiento. Agoney es una de las mejores voces que tenemos en nuestro país, que navega entre contrastes y que desde la libertad de su alma creativa fulmina emociones.
Gracias, Agoney.
Un viaje alucinante y tan necesario en estos días