‘¿A quién te llevarías a una isla desierta?’, un retrato generacional con un final conmovedor

a quién te llevarías a una isla desierta

¿A quién te llevarías a una isla desierta? Es la pregunta que se hacen los protagonistas de la segunda película de Jota Linares que ya puede verse en Netflix. Un juego de borrachera que lo cambiará todo. Un drama generacional divertido y melancólico que tocará la fibra sensible de los más jóvenes. Una generación que se verá reflejada a través de los ojos de Eze, Marta, Marcos y Celeste.

Cuatro amigos llevan ocho años compartiendo su vida en un pisito del centro de Madrid sin más preocupaciones que el vecino de al lado que sube a echarles la bronca cuando arman jaleo en la azotea, acompañados de su mítico vodka mientras suena de fondo “Dónde estabas entonces cuando tanto te necesité”. Pero eso ya acabó. Ya no son esos jóvenes que disfrutaban de la vida sin más agobios que el examen de turno, ahora ha llegado el momento de emprender el vuelo, empezar su futuro y separarse por primera vez.

Antes de que el verano llegue a su fin, sus vidas cambiarán para siempre. Todo sucede en unas horas. Celeste sueña con ser una famosa actriz aunque es algo que cada vez ve más lejos e inalcanzable. Marta y Marcos son novios. Van a mudarse a Galicia para que Marcos continúe preparándose para ser médico. Y por último, Eze, un estudiante de cine que está a punto de tomar la decisión más difícil de su vida en otro lugar, alejado de su familia y amigos. Todos ellos sienten la necesidad de romper con su pasado y empezar de cero.

a quien te llevarias a una isla desierta

Una película que sirve para entender a una generación que busca el cambio. Incertidumbre, nostalgia, desengaño, sueños, éxitos y fracasos. Todo se une en una simbiosis asfixiante y realista de la que no podemos desprendernos hasta el final de la cinta. A pesar de que el inicio de la película es algo lento y sosegado, la cinta coge fuerza cuando se profundiza en el desarrollo de los personajes.

Un absurdo juego encierra las verdades más crueles e inesperadas de la amistad de un grupo de amigos. Celeste abre el cajón de mierda con la dichosa pregunta. Las respuestas acabarán desvelando los secretos mejor guardados que  preferirían haber dejado ocultos para siempre. La trama genera un interés constante en el espectador a través de la tensión y la emoción que se mantienen hasta el final. Conocemos los diferentes estados de ánimo de los protagonistas gracias a los movimientos de cámara que Jota Linares maneja a la perfección, siempre acorde a lo que está sucediendo en la historia. Sabe cuándo acerca o alejar el foco y eso es todo un acierto.

La magia del teatro se multiplica

Es la adaptación de uno de los éxitos teatrales más sonados que pasaron por el hall del Teatro Lara. La Llamada ha sido la última obra de teatro que llegó a la pantalla grande. A quién te llevarías a una isla desierta sigue su estela. Ambas tienen algo en común. Son historias que nos hablan del complicado paso a la madurez con directores jóvenes con mucho que decir que dan rienda suelta a su talento. La película dirigida por Jota Linares encierra una catarsis liberadora pero que se vive en tensión a lo largo de toda la cinta. Recuerdas la magia que se género en el teatro y que ahora se multiplica en la cinta y la emoción se multiplica.

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Es la segunda película de Jota Linares (Animales sin collar) que habla de la frustración que supone diferenciar entre la persona que siempre soñaste ser y la que eres. Todo acaba siendo una utopía muy lejos de la realidad. Hay que destacar el trabajo que ha hecho en la dirección de actores. Un equipo de gente joven que se nota que se entienden a la perfección. El director intenta rescatar las sensaciones que se generaron por aquel 2012 en su primer corto del que luego surgiría la obra de teatro homónima que tuvo gran aceptación por parte del público. Lo hace ahora en forma de película mirando a los ojos de los protagonistas y buscando su mirada más sincera y las emociones más profundas de unos personajes que tienen mucho que contar.

Somos testigos de los miedos de unos jóvenes que saben lo que es la incertidumbre, la nada de una etapa llena de dudas de la que es difícil salir. Se encuentran perdidos en un vacío existencial en el que se llegan a preguntar quiénes son y qué van a hacer con su vida.

El reparto y la escena final ganan la batalla

El reparto es todo un acierto. Un cuarteto protagonista fascinante, María Pedraza, la actriz de mirada inquietante que no consigue la credibilidad que requiere su papel, Jaime Lorente que nos tiene acostumbrados a personajes más oscuros, se desnuda y nos regala un trabajo impecable, Andrea Ros, es la solvencia de la interpretación que brilla en el epílogo final, una de las mejores escenas de la película, mientras que Pol Monen siempre a la altura de su personaje, maneja las emociones a la perfección. Un cuarteto que mantiene una química muy especial que traspasa la pantalla y aportan el valor necesario a los diálogos.

El final es precioso, doloroso, conmovedor. Un golpe de realidad esperanzador que llega al corazón de los más jóvenes.

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