‘Adiós’ roza la gloria en un relato conmovedor, de emoción descarnada y abrazo letal
La venganza, la fiereza de un amor incontrolable y verdadero, el valor de la familia, la corrupción de los intocables. Todo ello se une en Adiós, la película dirigida por Paco Cabezas (Penny Dreadful, El alienista), cineasta con una dilatada experiencia en Hollywood que se reencuentra con sus orígenes en las tres mil viviendas para embarcarse en un viaje que empieza en la oscuridad y acaba luminoso y triunfante en el brillante destello de una estrella que protege y sonríe desde el cielo.
Los Pajaritos. Sevilla. Cuando todo parece ir por el buen camino, la vida te sorprende y no te deja avanzar, te fulmina en un disparo inesperado y todo cambia, te mata por dentro y te deja encadenado, solitario, vacío. Esto es lo que le ocurre al protagonista del film, Juan (Mario Casas), miembro del clan de los Santos que sale de la cárcel en un permiso para celebrar con su hija Estrella (Paulina Fenoy) su primera comunión. Un reencuentro feliz. En la puerta le espera su mujer Triana (Natalia de Molina). Un acontecimiento repentino provocará un enfrentamiento entre las familias rivales en un barrio marginal, en el que las drogas y las armas son el pan de cada día. La integridad y profesionalidad de la policía será cuestionada y es que a veces no todo es lo que parece. Es la primera ficción que se rueda en el Polígono Sur, una valentía de todo el equipo que ha sido muy bien acogida por los vecinos.
‘Adiós’ es drama en estado puro pero no pretende ser un dramatismo pausado, sosegado o reflexivo. Es intenso, volatil, desenfrenado, lo que hace que el espectador pueda sentir como propios el dolor y la impotencia de los protagonistas. La prueba de fe que propone la película producida por Apaches Entertainment es inalterable. Nos encontramos ante un thriller con una dosis importante de acción pero que en este caso deja paso a la emoción y aporta un valor diferencial. No se queda en lo clásico, sino que va más allá. Se te escapa la lágrima porque te hace sentir, no se queda en lo superficial.
Un drama realista que promete adrenalina y una buena dosis de intriga y tensión que se multiplica gracias a la fantástica música orquestal (los chelos son el mejor acierto) y una banda sonora en la que el flamenco tenía que estar presente. Enrique Morente, Triana y su Abre la puerta, Rocío Márquez versionando el tema Me quedo contigo y Rosalía te desgarran el alma y sirven para que la emoción de la película llegue a la cúspide.
Costura emocional en tres actos. Nos encontramos con el alma descompuesta de ese padre que se desvive por su niña Estrella, la de una madre coraje, María (Mona Martínez), una superviviente por amor a sus hijos. Hay otra madre, Triana, una sufridora que se entrega por su hija y Eli (Ruth Díaz), una polícia fiel a sus principios. Es una película de mujeres. Ellas son la luz que guía la trama y dan una importante lección.
Cabezas necesitaba un actor que se dejara el corazón. Lo encontró en Mario Casas, un actor que estremece en pantalla y regala una de sus interpretaciones más honestas. Aunque no es sevillano, el acento en ningún caso parece impuesto. Representa con realismo la fiereza y la ira de un padre que se enfrenta a sus demonios internos y batalla en la lucha más intensa por amor vista en cine. Natalia de Molina siempre a la altura, incontrolable en su emoción, deslumbrante en su interpretación a la que lloras y abrazas desde la butaca. Mona Martínez es el gran descubrimiento de la película, por la que pedimos un Goya por su entrega y su verdad desgarradora. Ruth Díaz, actriz que trabaja desde la contención realiza un buen trabajo, mientras que Carlos Bardem está correcto pero no consigue destacar. Mención especial para Paulina Fenoy, esa niña, esa estrellita que con tan solo 8 años resplandece con su interpretación. Tiene ángel y una luz muy especial en su mirada, una naturalidad sorprendente en su primer trabajo en cine y una luminosidad que traspasa la pantalla.
Sin duda, Adiós es un viaje hacia la luz, un ejemplo de fascinación creativa y valiente que se gana un hueco en el corazón del público con un guion formidable, vertiginoso y emocional con un tempo perfecto.