‘Extremo’: la importancia de remover al espectador a través del teatro

El dolor y la rabia se entrelazan en una función llena de crudeza que abre paso a la reflexión del público acerca de la violencia sexual  y el sentido de la justicia

Extremo

Sala Lola Membrives. Es la hermana pequeña del mítico Teatro Lara,  un espacio que te invita a ser partícipe de una forma absolutamente cercana  de un tema que sacude por su realismo. Una cola de personas aguarda en la calle Corredera Baja de San Pablo, la que se ha quedado el recuerdo de sonrisas y abrazos, de palabras de agradecimientos entre el público y un elenco que se deja la piel y se ha volcado de lleno en un proyecto que supone todo un reto. El pasado domingo asistimos al estreno de Extremo, donde el espectador asombrado ante la problemática que se plantea, se revolvía en sus butacas, intentando digerir un  explosivo cóctel de sentimientos. Actores como Roberto Álvarez (Servir y proteger, Ana y los siete) y Carlos Scholz (Toyboy) también acudieron a apoyar sus compañeros de profesión.

Tras una agresión sexual, Marjorie, la víctima, consigue zafarse y hacerse con el poder y tener al agresor a su merced. Ante el temor a no ser creída se plantea tomarse la justicia por su mano. Cuando sus compañeras de piso llegan y se encuentran con la situación intentan calmarla e impedírselo, pero a medida que avanza la acción se dan cuenta de la realidad que tienen delante.

Extremo

Un bofetón de realidad que te remueve y te abre los ojos: no puedes dar la espalda

Adaptación de Extremities (1982) de William Mastrosimone, Extremo es un montaje que ya fue versionado y dirigido hace unos años por Pedro Casablanc y que ahora encuentra una nueva vida a través de Juan López-Tagle, director más acostumbrado a la comedia que se sumerge en esta aventura. Lo descubrió en Nueva York y al leerlo tuvo la necesidad de representarlo en España. Lo tradujo en 2005 y ahora lo reconvierte en una función con algunos cambios adaptados a la realidad actual, donde el móvil es una herramienta más de la narrativa. Así, encontramos una obra que plantea un profundo debate moral lleno de credibilidad y con el foco puesto en las sensaciones de la víctima de una agresión sexual. Nos encontramos de frente con la incomprensión que recibes incluso de tu círculo más cercano cuando alguien intenta agredirte o violarte. No sabes qué hacer para que te crean, necesitas que ese abrazo se transforme en un “yo te creo” y que a pesar de todo, aunque no haya pruebas, puedan ver que los ojos del dolor hablan por sí solos. Nos reconocemos y nos ponemos en la piel de una víctima que se ve obligada a lidiar con los fantasmas diarios a partir de ese hecho. Con miedo, desconfianza y siempre alerta.

“No quiero probar mi vómito cada vez que suene la puerta. No quiero estremecerme cada vez que un hombre me toque. Yo quiero vivir mi vida.”

Lo más interesante que se plantea aquí es que la protagonista Marjorie tiene a su verdugo a su merced y se ve obligada a tomar una decisión por ella misma porque al no tener pruebas, sabe que la justicia no se va a poner de su lado. La violencia que ha ejercido el agresor ahora se vuelve contra él. Con la intención de generar un sinfín de sensaciones, Extremo presenta dos cuestiones que también traslada al espectador: ¿Cómo se sigue adelante ante un hecho tan doloroso? y, realmente, ¿se puede confiar en la justicia para reparar el tremendo daño que esto causa? ¿Qué harías tú?

Extremo

En la sociedad actual, los agresores han monopolizado el poder sobre las víctimas y les han silenciado pero en esta obra se cambian los roles y es la víctima, la agredida la que toma cartas sobre el asunto que se toma la justicia por su mano (y es que en la sociedad muchas veces dan ganas de romper con los moldes y  las leyes de la justicia) y hacer saltar todo por los aires. Extremo mantiene un ritmo trepidante y el espectador no se pierden en ningún momento. La acción nos mantiene alerta hasta el final.

La puesta en escena es de una gran complejidad porque siempre supone un reto representar la violencia sobre un escenario. Es difícil mantener el equilibrio de trasladar ese realismo pero saber que estamos ante una ficción y no sobrepasar el límite de convertirse en una obra incómoda o molesta. Aquí se consigue un equilibrio perfecto y aunque encontramos muchos momentos de conexión tremendamente real con los personajes y es inevitable sufrir por la protagonista, salimos del teatro agradecimos por que se representes historias tan necesarias que nos hagan pensar.

Extremo

La elección del reparto no podría haber sido más acertada. Claudia Galán da vida a Marjorie, la protagonista de la historia. La mayoría del peso de la obra recae en ella y el trabajo que realiza es tan poderoso, tan vivo, sufridor y real que emociona durante toda la función. Se sostiene sobre dos aristas muy opuestas, por un lado transmitir ese sufrimiento y luego cuando la  rabia se apodera de ella, aparecen las ganas de rebelarse ante su agresor. Sabe manejar a la perfección estas dos vertientes con una credibilidad que llega a las entrañas, sus ojos nos hablan de la situación que está viviendo, enseguida conectamos con su dolor. Por su lado, Irene Rojo es una actriz que desprende tanta verdad y ternura que cuando supimos que era parte del elenco teníamos claro que sería otro plus de calidad. La actriz interpreta a Patricia, una de las amigas, la más sensata, la que consigue poner cabeza y paz a toda la complicada situación. Siempre es un gusto disfrutar de un trabajo tan natural y bien hecho.

Paula Iglesias interpreta a Terry, otra de las amigas que comparte piso con la protagonista. En ella vemos a la más miedosa y quizás vulnerable que no sabe como hacer frente a lo que le está sucediendo a Marjorie, que más que comprenderla, se enfada. Está perfecta en su papel, conectando con su personaje y con una historia difícil de contar pero muy necesaria. Y por último Javier Hernández interpreta a Raúl, el peligroso y desequilibrado agresor. El trabajo de Javier es brillante, descarnado y muy real. Encontramos al actor en un registro totalmente diferente que nos sorprendió mucho. Transmite una fiereza arrolladora y sostiene un firme pulso actoral a lo largo de toda la obra, que comparte una buena dosis de carga emocional con Claudia.

En Extremo todo está medido al detalle y fluye sin ningún contratiempo. Una obra inteligente e interesante que genera una tensión inigualable. Huracán de violencia y un pistoletazo a las fibras más sensibles del espectador.

Domingos a las 20.15 horas en el Teatro Lara

 

Agradecimientos Gran Vía Comunicación

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