‘La última función’ representa las dos caras del teatro: del aplauso al silencio y la despedida

El dramaturgo Manuel Carcedo reproduce el texto de Chéjov: el desdoblamiento del oficio del actor, donde los vítores dan paso a una etapa más fría y vacía

La última función

La cultura se reaviva. La histórica sala Karpas y una de las más antiguas de la capital reabre sus puertas después de haber permanecido cerrada por el coronavirus. Y lo hace para estrenar nueva temporada con dos apuestas de alta calidad, La última función de Chéjov y Los amores de Don Perlimplin con Belisa en su jardín de Lorca. Desde La Voz Cultural asistimos a la representación de la primera con la mirada puesta en un escenario acogedor, donde sentimos cercana una función que une lo mejor y lo peor del teatro. La alegría y la nostalgia, lo celebrado y lo olvidado.

Se abre el telón y aparecen en escena los actores para representar la hilarante Petición de mano . Una pedida  que se retrasa por una discusión acalorada sobre la pertenencia de unas tierras, que da paso a otra (¿Qué perro es mejor?). Durante la obra, se sucede la risa del público entre las butacas que son testigos de lo surrealista de la situación que se plantea. La función llega a su fin y el elenco acude a los camerinos a colgar en las perchas el vestuario que les ha acompañado durante tantas horas. Es el momento para borrar las huellas de sus personajes y volver a ser ellos mismos. Volver a su vida lejos del escenario. Despedirse del público y de la inmensidad del teatro, de su magia.

La última función

Los vítores y aplausos, las caras de emoción y agradecimiento son la primera parte de la representación. La cara amable del teatro. Las luces se apagan y llega la parte más amarga.  En este acto hay un actor que se jubila y que no ha tenido el ánimo suficiente para asistir. Cuando todo el teatro está vacío, se despide de su profesión, de su casa, el escenario, sin querer irse, repitiendo el texto una y otra vez, con la nostalgia y la pena de quien no volverá a pisarlo nunca más.

Chéjov es paisajista de lo trágico en las pequeñas realidades que azotan el día a día. Nadie supo mejor que él retratar con realismo las melancolías humanas y lo vemos interpretado con gran sutileza en La última función con dramaturgia de Manuel Carcedo y un reparto que sabe trabajar con calidad la comedia y el drama más profundo. Patricia Delgado, Luis Burgaz y Chema Moro saben trasladar con una naturalidad apabullante la primera parte de la representación, donde la comedia juega un papel fundamental, mientras que Alberto Romo y Pilar Cervantes saben jugar con delicadeza y magia con los silencios, con el realismo dramático y la verdad trasladada en el oficio del actor. “¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son”.

Funciones: los viernes a las 20.30 y los sábados a las 19 horas

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