Manuel Carrasco reparte su emoción sanadora en una cita única en el Teatro Real de Madrid

Manuel Carrasco
Fotografía: Patricia Fernández

“Hay que vivir el momento”. Despeinado y a lo loco. Así quiso Manuel Carrasco que fuera su vuelta a uno de los teatros más emblemáticos de la capital que le acogió con los brazos abiertos. Era uno de los conciertos más esperados dentro del marco del Universal Music Festival y el público allí presente acudía con la esperanza de renovarse de una energía que traspasa butacas y corazones, que dibuja recuerdos en ese mapa que toma forma en su exitosa gira. Ahora, llega renovada con una producción muy cuidada que acrecienta las ganas de disfrutar de un artista de piel y bandera. “Volvemos aquí después de unos años y nos hace mucha ilusión porque lo hacemos para despeinarnos a saco”, decía Carrasco para dar la bienvenida al público.

Manuel Carrasco se ha hecho dueño de grandes estadios donde ha hecho historia. Fue el caso del Wanda Metropolitano donde reunió a más de 55.000 personas pero, lo cierto es que quien tiene duende y atesora el don de conectar desde su verdad es capaz de hacerlo desde cualquier espacio, por diferente que sea. Es lo que ocurrió anoche, donde una música universal sonaba en un teatro destinado para la ópera. La música no tiene techo y Manuel sabía que sería algo especial. “El peligro que corremos aquí es que hay un poquito más de intensidad. Tened cuidadito, que acabamos de empezar”, decía entre risas el onubense.

Manuel Carrasco

La luminosidad rojiza de una estela, de La cruz del mapa tan significativa de esta gira al fondo del escenario, la salida de la banda y unos vigorosos compases que daban inicio al tema eran los indicadores de que el concierto estaba a punto de comenzar. El tema que abría era el lema Hay que vivir el momento, toda una declaración de intenciones. El público en pie y la energía ya se repartía entre las butacas. La gente estaba disfrutando y viviendo el momento. Fue bonito ver la complicidad y las caras de emoción entre el público. El acompañamiento de la banda hizo de este encuentro algo apoteósico, lleno de poder y grandeza.

La descarga de energía seguía siendo la estela de este concierto. Lo pudimos comprobar con la interpretación de Tambores de guerra y Aprieta, temas donde vemos la gran calidad de Manuel Carrasco como compositor con unas letras llenas de vida. Un canto al amor, a la esperanza, a las mujeres y en un día tan señalado tampoco se olvidó de todas las madres y de “la madre que me parió”, interpretando un pasodoble muy andaluz de la Comparsa Los Mafiosos. Escuchamos entonces Los primeros días, Mujeres de las mil batallas o Que nadie, esta última coreada con fuerza por sus seguidores.

Manuel Carrasco
Fotografía: Patricia Fernández

Manuel Carrasco es de esos artistas que acunan con arte una emoción y la hacen brillar. Su música rezuma libertad y honestidad. El concierto seguía su curso y fue el momento de disfrutar de Siendo uno mismo, Y ahora y Bailar el viento. Su fuerza y entrega fue inagotable durante las 2 horas y media que duró esta cita musical. Su directo es siempre limpio y un quejío que caracteriza esas notas que rompen al final.

Antes de que dieran comienzo los bises, el disfrute seguía tan vivo como al principio. Fue el turno de Te busco en las estrellas, con el acompañamiento luminoso del saxofón y algunas de las más conocidas y esperadas como Ya no, No dejes de soñar y Yo quiero vivir. Uno de los momentos más especiales llegaba cuando Carrasco se sumergió en el piano para entonar Mi Madrid en una letra llena de recuerdos. En Malasaña y Hortaleza, lugares de amores y despedidas, en todos esos rincones donde el cantante dejó su huella.

El coronavirus ha formado parte de nosotros. Hemos pasado página pero hay recuerdos que son difíciles de borrar Para los que nos ayudaron y los que se fueron Carrasco quiso recuperar su tema Prisión esperanza, como homenaje a sanitarios y víctimas del virus. El concierto llegaba a su fin y acordándose de ese niño que tuvo que librar mil batallas, el onubense interpretó Me dijeron de pequeño, Uno x Uno y Fue, esta última perteneciente a su nuevo disco que verá luz a lo largo de este año. La cita especial y llena de recuerdos imborrables llegaba a su fin con una de las más especiales, la mejor elección para un cierre histórico: Qué bonito es querer. Las lágrimas asomaban y el corazón se endulzaba de energía y felicidad. El público volvía a sus casas con un nuevo sabor de boca.

Gracias, por esta noche Manuel.

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