Respirar emociones. La leona, pasional y entregada, lo volvió a hacer ayer en su primera cita en Madrid de su gira en solitario, el Tour Contigo. Un concierto que muy pronto colgó el cartel de entradas agotadas. La sala But gritó libertad, emoción y fuerza con un público que sintió las Cicatrices de Miriam Rodríguez como si fueran las suyas propias. La galleguiña inundó de música un escenario convertido en casa durante casi dos horas con sus canciones, ya convertidas en himnos que se te meten por dentro y que te recuerdan momentos de tu vida en los que quisiste decir que te duele estar lejos, que solo necesitas respirar, que eres mujer, que no perteneces a nadie. Simplemente melodías que te hacen recordar que estás viva.
Cuando Miriam sale a cantar, tu corazón se reactiva. Y entonces tu cuerpo solo te pide levantarse y gritarle al viento hasta quedarte sin voz. Es una artista que brilla en la oscuridad. Anoche rugió muy fuerte. Ella desprendía vida.
La noche de ayer fue mágica. La compositora estaba especialmente emocionada. No era su mejor día y así se lo confesó a su público, esos fans que llevaban horas pasando mucho frío para escucharla y sentirla lo más cerca posible. El despertador no había sonado, no había tenido apenas tiempo de ensayar y por si fuera poco tenía gripe en un concierto que había imaginado muchas veces en su cabeza.
“Solo tenía ganas de llorar de camino a aquí”, decía ella. Es la naturalidad y la honestidad de una mujer valiente que ha empezado a escribir un sueño en el que no está sola. Le acompañan miles de seguidores que siempre están ahí para recordarle todo lo que vale, que le siguen demostrando que ellos nunca se irán. Empezaron el camino a su lado y quieren seguir viviendo de sus emociones durante mucho tiempo.
“Gracias”. Miriam lo repite más de una vez durante toda la noche. Se siente arropada y querida. Más que nunca. Ella ha ganado pero nosotros también. El alma no se te queda igual después de ver en directo a la leona desmelenarse y romperse de emoción. No eres la misma persona después de eso. Se desvive por la música y eso demuestra el tipo de artista que es, luchadora, trabajadora incansable, intensa y pasional hasta la médula. No hay otra igual. Anoche salía al escenario con su guitarra y esas botas que “no le gustaban” demasiado, con pie de micro o sin él y se creaba la magia y la electricidad que recorría la sala de un lado a otro hasta llegar a tu cuerpo. Siempre con esa mirada desgarradora, esa melena descontrolada por sus movimientos que iban creciendo en intensidad con el ritmo de la canción, esa voz salvaje y cálida y ese ardiente talento.
Pasamos de Respirar, a Lo Haremos Bien, Conmigo Suficiente y Mejor sin Miedo que dejan huella en la memoria. Llegamos a la primera sorpresa de la noche. Vega aparece en el escenario para acompañar a Miriam, con la que comparte autoría en Sin Rencor. Sin duda, una actuación para recordar en la que se notaba la admiración de la una por la otra. Al terminar de cantar, Vega explicó lo que le hizo querer trabajar con la gallega, a la que le invitó a su casa a hablar sin apenas conocerse. “Hay una frase que dice ‘si miras al espejo, verás que me hice mayor’. Al escucharte, al conocerte, me vi en tu espejo como un reflejo”, le dijo Vega a una Miriam emocionada. Y por si fuera poco, el escenario se convirtió en un patio en el que dos locos, dos niños jugaron a cantar y a ser uno. Pablo López apareció con su piano para acompañar a la cantante en esta noche tan especial. Cantaron juntos El Patio y gritaron No! en una batalla de miradas cómplices y desbordante talento. Actuación inolvidable donde las haya. “A ver cómo salgo yo ahora de esto”, dijo Miriam con una sonrisa en la cara y emoción en el cuerpo al terminar la actuación.
También hubo tiempo para canciones que algunos escuchaban por primera vez y otros ya se las sabían: La diferencia y Más de lo que ves, temas que se necesitan en versión estudio y, que para muchos fans de la leona deberían estar incluidos en el disco.
De dureza aparente, cuando se sube al escenario acaba rota emocionalmente por poder sacar fuera todo lo que había guardado durante tanto tiempo. Ella ruge y todos quieren unirse. La leona lo permite en un acto de generosidad y se crea algo mágico. Como pasó cuando hizo cantar al público a una sola voz su primer single Hay algo en mí, rodeada de globos morados en apoyo a la mujer.
Miriam ha pasado de cantar en locales de su zona, a llenar estadios junto a sus compañeros de Operación Triunfo, a cumplir sueños que solo imaginaba en su cabeza, sin saber si algún día se podrían llegar a cumplir: lanzar un álbum y hacer una gira propia eran las metas con las que entonces la gallega soñaba, como me confesó hace unos meses en una entrevista. Ahora son una realidad. Su primer disco, verdad en estado puro, ha funcionado muy bien (#1 en listas españolas) y su gira, a la que se han sumado más ciudades, tiene entradas agotadas en las principales capitales españolas.
Futuro prometedor
Heroína de la música que ha venido para quedarse, Miriam demuestra una vez más que es una de las voces españolas más potentes del panorama actual, con un futuro prometedor. Si sigue así, llegará muy lejos, más aún. Miriam me recuerda a la delicadeza de los sonetos gallegos y el sonido de la guitarra acústica. Ayer nos hizo temblar de emoción. Y aquí seguimos, intentando recuperarnos.